Para los que dicen que las películas porno no tienen derecho de denominarse “eróticas con argumento” o peor aún, que esa categoría es superior en trama a las porno.
Convengamos que las eróticas con argumento, en el mejor de los casos se pueden comparar con los libros de Corin Tellado, aunque puedan manejar temas más amplios que el despertar sexual de una adolescente reprimida de una familia tradicional. Que en este caso, qué diferencia tiene con las porneta (llamadas así cariñosamente por un humilde defensor del género) con las de la categoría “barely legal” o “colegialas”?
En este género podemos encontrar referencias históricas como una muy buena protagonizada por la popular Ciccolina que caracterizaba a Lady Godiva; o bien otras de estilo biográfico, donde se cuenta la historia del astro futbolístico Diego Armando Maradona.
También podríamos encontrar temas más cotidianos, pero que suponen una metafórica denuncia a diferentes injusticias en ámbitos sumamente familiares para todos como una profesora que extorsiona al mariscal de campo para que este no repruebe un curso y no pierda su correspondiente beca universitaria a cambio de sexo; o el mucho más común aumento de sueldo a la secretaria (o becaria) trocado por un pasaje por debajo del escritorio del jefe e infinidad de casos más, con escenas muy bien logradas y diálogos que plasman con total realismo dichas situaciones.
Debo confesar que no conozco el género lo suficiente como para citar muchos casos pero no dudo que si buscamos con ahínco podríamos encontrar algunas dramáticas donde un abnegado grupo de azafatas dan la mejor atención posible a su pasajeros en un avión que está a punto de estrellarse. O también del buen (samaritano) taxi metrista que accede a que su pasaje le pague como pueda. En fin, cualquier cantidad de ejemplos donde el sexo se funde con una trama subyugante que nos tiene al filo de nuestros asientos sin pestañear para no perder un ápice del argumento.